El acto consistió en un concurrido encuentro con los ganadores de cada una de las categorías que tiene el certamen. Formaron parte de este acto Lila Glass, de la categoría dramaturgia, con su obra «Sumergidos». Fernando Carpena, en la Categoría Infantil Juvenil, con su obra «Pasa tanto en Pasatanto»; Claudio Castillo, en la categoría cuento con su libro «La huelga del conejo»; Beatriz Di Masi, ganadora con su novela «Cardinales humanos». Asimismo, se hizo un reconocimiento, como ganador en la categoría Crónica, al periodista y escritor Rolando López, recientemente fallecido, por su obra «Alguien muere».
Un poco más sobre Arterias
El libro de poemas incluye dos partes, la primera “Hasta la caída de la voz” que se destaca por la “observación de un universo exterior y urbano”, en palabras del jurado integrado por Cecilia Restiffo, Sandra Flores Ruminot y Sabrina Usach; y la segunda “La conspiración de los damascos” que se destaca por presentar un “universo más íntimo y familiar”. En principio, lo que unifica a ambos es “el trabajo en un lenguaje poético que demuestra un equilibrio entre lo lírico y lo coloquial. Se evidencia el trazo ágil cercano a una oralidad manejada con destreza y capaz de poner en voz minúsculos detalles de un ojo poético en lo cotidiano.”
El caldo de cocción de esta obra fue durante los talleres de Poesía I y II en la Universidad Nacional de las Artes, en la Carrera de Artes de la Escritura; gracias a las devoluciones de las poetas Liliana García Carril y Silvia Jurovietzsky. Este espacio de taller ofrece a los estudiantes una instancia de lectura grupal y precisa sobre los textos que producen cada uno de los asistentes. A través de la escucha y con respeto, el acto solitario de escribir se extiende a una matriz colectiva, que muchas veces es el puntapié inicial para la creación de libros.
¿Qué te inspiró a escribir “Arterias”?
En ese momento, en el 2019, estaba leyendo “Los papeles Salvajes” de Marosa Di Giorgio, la poeta urguaya, así empecé… buscando una intimidad construida con imágenes y ampliación de la sensorialidad, con mucha presencia de la naturaleza. Un día escribí de corrido varios de los poemas de “La conspiración de los damascos” que al principio eran un texto larguísimo lleno de imágenes. Había tenido una discusión, en el taller, sobre la brevedad en la poesía. Entiendo que la palabra poética es la palabra condensada, cargada en su máxima potencialidad de sentido; pero también me ocurre que en la práctica mis poemas tienden a resonar como cantos y ser menos breves. Y de esa discusión me animé a escribir un texto largo que fue la génesis de todo.
¿Cómo continuaste con la escritura de los poemas?
Este proceso se fue alimentando con el tiempo y otras lecturas. Por ejemplo, “Poeta en Nueva York” de García Lorca también me influyó desde la temática del caos. Hay un verso de los poemas que dice “Es que hay un dolor silencioso desde donde ocurre lo vivo.” Intenté explorar ese dolor, ese contraste en el que el lenguaje, a través del recuerdo, a través de la insistencia, consigue plasmar el desarraigo, sin lamentarse, desde una posición contemplativa. Aunque mi libro está situado en un ambiente más rural, menos citadino que el que se construye en poeta en Nueva York; yo me sentía muy identificada desde lo experiencial porque estaba pasando por el proceso vital de mudarme a la ciudad de Buenos Aires.
La primera parte del libro “Hasta la caída de la voz” estuvo muy influida por las lecturas de Inchauspe, poeta santafesino que leí gracias a un taller en la biblioteca nacional dirigido por Osvaldo Aguirre: “El motivo es el poema”. Inchauspe consigue hacer que las palabras sean el centro, el lenguaje como motivo escritural. La búsqueda, era entonces, de alejarme un poco de el “yo”, de mi proceso vital… pandemia, aislamiento, y este tipo de experiencias; y poder detenerme en los objetos y describirlos, ver cómo se ubican en la realidad.
¿Corregís los textos? ¿Cómo vivís ese proceso?
Creo mucho en la corrección y la relectura de los textos. Cuando escribo también recito en voz alta, me interesa mucho ver cómo suenan, cómo es la experiencia de escucha de las palabras. Sobre todo en este trabajo, el desafío para mi, que venía de concursar en Slams (quedé en tercer puesto en el Slam nacional de poesía 2020) era escribir un texto que funcionara para la lectura en silencio, pero que también fuera solvente a recitarse.
¿Cómo se puede conseguir el libro?
En este momento los estoy distribuyendo yo, a precio de preventa. Se puede ingresar al link en esta página para reservar un ejemplar, el envío es a acordar con el comprador.
https://cafecito.app/andreamarone
¿Nos compartís alguno de los poemas?
Sobre el mar camina la tormenta
parcas de alas raquíticas
las olas inundan la costa
salpicando las ruedas de los autos
estacionados en la costanera.
Sobre la arena
mis pies están hundidos.
Caigo
con ritmo.
Hay algo aterrador
en la calma que queda
cuando la tempestad termina.
Entre las piedras
apenas se distinguen
los cadáveres de aguas vivas
que la marea arrastró.
Las gaviotas
con los picos desgarran
despedazan la carne
se alimentan de los cuerpos
ruinas invisibles del mar.
(Hasta la caída de la voz)
Tras saborear el dulce todavía tibio
entro en trance, soy poseída.
En mis párpados cerrados
conspiran los frutos por nacernos.
Hablan con la trayectoria del caer de sus pétalos.
Fértiles por saldar la herida
ensayan partos mudos.
Su semilla engrosada con el barro
todavía se fragmenta entre las raíces.
Cascarón de huevo.
Es que hay un dolor silencioso
desde donde ocurre lo vivo.
Y agonizan hojas, tallos
conjuran cantos para alivianar la quemazón.
Cae la melodía que es agua espesa
entre las piedras del arroyo.
Cae cada nota por mi sumergida piel de manzana.
Bebe del río y remonta la calandria.
Su vuelo repite una coreografía
que es un himno de la vida nacida a la intemperie.
El ritmo es invisible.
Dibuja en el cielo figuras trágicas.
Bocanada de piedad que consigue sublimar
el equilibrio frágil del instante irrepetible.
(La conspiración de los damascos)