Después de una campaña fuertemente polarizada, millones de estadounidenses se preparar para acudir mañana a las urnas para elegir al 46º presidente de Estados Unidos entre el republicano Donald Trump y el demócrata Joe Biden, quien aparece como favorito en la totalidad de las encuestas.
Hasta hoy, más de 90 millones de norteamericanos ya habían emitido su voto mediante el mecanismo de votación anticipada que, si bien siempre estuvo permitido, fue más utilizado este año debido al peligro de contagio que supone el Covid-19.
Hacia marzo de este año, casi todos los analistas daban por sentado que Trump sería reelecto este año debido a los buenos resultados que el magnate de Nueva York había conseguido en materia económica.
A través de una política de sustitución de importaciones y tras haber detenido en forma parcial el comercio con China y otras economías asiáticas, el mandatario había logrado reducir la desocupación -sobre todo en el cordón industrial, que venía golpeado hace varios años- con una economía creciendo a una tasa importante.
Sin embargo, desde marzo, cuando estallaron los contagios de Covid-19, Estados Unidos rápidamente entró en una crisis sin predecendentes tanto en materia económica como sanitaria.
No sólo murieron 230 mil personas por la enfermedad que Trump definió como «chinavirus», sino que además se perdieron más de 25 millones de puestos de trabajo que todavía no se recuperaron.
Ante ese escenario, la confianza en el multimillonario anti sistema se deterioró fuertemente y así disminuyeron también sus chances electorales pese a que del otro lado había un candidato – Biden- considerado «aburrido» para gran parte del electorado.
Al día de hoy, en una encuesta realizada a analistas políticos, Biden tiene un 85% de posibilidades de ganar las elecciones, número que coloca al demócrata como claro favorito.
Además, esta semana, debido a sus recientes intervenciones, la gente comenzó a verlo «muy enérgico», un punto que se señaló durante toda la campaña como una de sus mayores debilidades frente a las conductas volcánicas de Trump.
De todos modos, las posibilidades de Trump no son nulas y, tal como sucedió en 2016, puede haber una sorpresa en las encuestas considerando el complejo sistema electoral que tiene Estados Unidos, donde la victoria en un solo «estado clave», como Florida o Wisconsin, puede ser determinante para ganar las elecciones.
En las últimas semanas, cuando comenzó el voto anticipado, Trump comenzó a esgrimir que podría estar gestándose un fraude electoral orquestado por Rusia, China e Irán en su contra, lo que lleva a diversos especialistas a considerar que el empresario podría no aceptar el resultado electoral y buscar quedarse en el poder, un hecho que encendió todas las alarmas porque pone el peligro el sistema democrático norteamericano que, aunque décadas atrás era un ejemplo, hace tiempo está puesto en discusión.