El falso arrepentido mentiroso. Acusó a otro preso y ahora iría 10 años a la cárcel.

Marcó como jefe de la banda, responsable de dos envíos de 30.000 pastillas de éxtasis a un recluso dominicano con el que había convivido tres días en el penal de Ezeiza.

El hombre, argentino, 62 años -que espera juicio oral por el contrabando de 60.000 pastillas de éxtasis- fue indagado por el juez federal Sergio Torre bajo una acusación inédita: mentir en su carácter de «imputado colaborador».

J.D.V. (a quien solo se puede identificar por sus iniciales porque aún cuenta con protección) se convirtió en uno de los primeros «imputados colaboradores» luego de que la figura fuera incorporada el Código Penal en 2016 a través de la ley 27.304. Podría convertirse también en el primero en ser procesado por aportar información falsa en su carácter de «arrepentido».

Según descubrió el juez en lo Penal Económico Rafael Caputo (quien a fines de 2017 aceptó a J.D.V como «imputado colaborador») éste marcó como jefe de la banda responsable de dos envíos de 30.000 pastillas de éxtasis a un dominicano con el que había convivido apenas tres días en el penal de Ezeiza.

Al parecer J.D.V. y el dominicano estuvieron alojados juntos entre el 3 y el 6 de noviembre en el complejo Penitenciario 1 de Ezeiza.

J.D.V. había sido detenido un mes antes por le caso de las metanfetaminas y el dominicano pasó esos tres días preso acusado de falsificación de moneda extranjera, caso por el que fue liberado rápidamente.

Como salía en libertad antes que él, J.D.V. le pidió a su compañero que pasara por el hotel donde el vivía y retirara sus cosas. Para hacer esto el dominicano debió dejarle al conserje una fotocopia de su pasaporte, fotocopia que luego fue usada por el «arrepentido» para incriminarlo falsamente.

«Este es Morocho Pera», sostuvo ante el juez Caputo J.D.V., identificando al dominicano como el jefe de la organización. Con esta declaración el dominicano fue detenido en enero pasado por orden del juez Caputo.

Aún sigue preso en la cárcel de Devoto pero no por ser el jefe de la banda -como había indicado el imputado colaborador- sino porque en su domicilio (un hotel de Once) se secuestraron 6 gramos de cocaína y 150 bolsas pequeñas tipo ziploc.

Revisados los datos aportados por J.D.V., Caputo y el fiscal Emilio Guerberoff quedaron convencidos de que habían sido engañados por el testigo. Por eso se inició una causa aparte, por «falso testimonio» que terminó en manos del juez federal Sergio Torres.

La indagatoria a J.D.V. fue este miércoles y el hombre se negó a declarar bajo una acusación grave.

La reforma del 2016 no solo contempla cosas a favor del arrepentido, como la reducción de penas si se aporta «información o datos precisos, comprobables y verosímiles» que incriminen a alguien cuya responsabilidad penal en el hecho sea igual o mayor a la de él.

Por primera vez se fijan penas si el colaborador miente: de 4 a 10 años de prisión.

Ante este panorama se encuentra ahora J.D.V. en el juzgado de Torres. Mientras espera ser juzgado por el Tribunal Oral en lo Penal Económico N°1 por los dos cargamentos de éxtasis ingresados a la Argentina dentro de calefones eléctricos que derivaron en cuatro detenciones más en Buenos Aires y dos en España.

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